martes, 9 de junio de 2015

TEORIA ACTUAL DEL ORIGEN DEL SISTEMA SOLAR

En los últimos tiempos se ha establecido, la prueba definitiva de la conexión de los grandes círculos de piedra de los antiguos pueblos celtas con las estrellas. Las piedras en los círculos indican los puntos de elevación del Sol en ciertas épocas del año y muchos otros datos astronómicos que la humanidad moderna ha redescubierto con la ayuda de telescopios y computadoras.
 La antigua humanidad no tenía ninguno de estos artificios modernos, sin embargo, fue capaz de hacer todo esto con unas capacidades mentales que la humanidad actual ha perdido por completo. Esto es particularmente evidente en los monumentos antiguos de Irlanda, en New Grange, la Colina de Tara, y otros.
La humanidad de Oriente tuvo también una estrecha relación con el mundo estelar, principalmente en Mesopotamia. Tenemos una prueba definitiva de estas correlaciones con el descubrimiento y desentrañamiento de los enigmas de los zigurats del llamado valle del Tigris y el Éufrates. Eran enormes edificios que se asemejaban a las pirámides, pero en terrazas, por así decirlo. Tenían en la parte superior algo parecido a un pequeño santuario. Este era, obviamente, el observatorio del sacerdote-pontífice (creador de puentes) que había sido delegado y que era capaz de seguir el curso de las estrellas. Esto no se hizo sólo por curiosidad, obedecía a propósitos definidos. Tenemos pruebas de esto, por ejemplo, en algunos documentos donde un rey deja escrito: “Hoy he ido al templo de Ishtar (es decir, al templo de Venus), y ella me dijo que hiciera esto y aquello”… lo que hoy llamaríamos materia de política exterior de Estado.

Obviamente, se consultaba, a través del sacerdote-iniciado, a los Genios de las estrellas. Comunidades enteras fueron guiadas por el conocimiento de los movimientos de las estrellas, por los ritmos de los planetas, sobre los que hablamos en párrafos anteriores. Los pasillos de las terrazas de estas pirámides estaban pintados con los colores asignados en esos días a los planetas. Así, tenemos en esos monumentos de Mesopotamia la prueba de conexión de la humanidad con las estrellas en un sentido altruista. Este conocimiento se utilizaba desde la orientación de las naciones, hasta la esfera de la agricultura, y así sucesivamente.

En Egipto se descubren rastros similares. Los santuarios fueron construidos a lo largo de dos ejes. Allí vemos primero el valle de la esfinge, las estatuas. Entramos en una especie de explanada,  después a una sala interior y, finalmente, al propio templo. En el otro extremo del templo estaba el santuario, la capilla que contenía las efigies de la deidad a la que estaba dedicado el templo. Es un hecho comprobado que estos largos ejes del templo estaban orientados hacia el punto donde se alza Canopus en la constelación de Argo, que fue llamada la Estrella de Osiris.

El largo pasaje  oscuro, los pasillos, y las tribunas actuaban como un telescopio. Las pirámides tenían ejes principales de las cámaras en el fondo en la base a la luz pública. Estos ejes no estaban destinados a ser utilizados como pasajes, porque son oblicuos. Uno no podría haber caminado a través de ellos. Se orientaron hacia las órbitas diarias de ciertas estrellas en el cielo. En estas cámaras piramidales se llevaban a cabo las iniciaciones. Durante tres días, se dejaba al neófito en un estado de trance semejante a la muerte, incluso se le colocaba en un sarcófago, en el fondo debajo de la pirámide, en una posición tal que al despertar el neófito, lo primero que veía a través de ese largo eje, del mundo exterior eran las estrellas  del cielo. Esto debió ser una experiencia tremenda.

Llegó el momento, y eso ocurrió  en Egipto, Mesopotamia y Caldea, en que se despertó la conciencia del yo. Esto se describe, en la historia de Gilgamesh y su amigo Eabani o Enkidu. Por lo que cuenta la historia, los dos mataron un toro que pertenecía a la diosa Ishtar. Estos son profundos misterios del templo. Este Toro de Ishtar estaba conectado realmente con la constelación de Tauro, el Toro. Ishtar es la misma deidad que se introdujo en la mitología griega como Venus. Venus, como se dice a veces en la astrología tradicional tan a la ligera, está en su casa en el signo de Tauro. ¿Por qué es el toro, y por qué la conexión con Ishtar-Venus? Esto está conectado con las experiencias de una humanidad anterior, en un pasado muy lejano de la Creación. El Toro, que la humanidad experimentó en los cielos se les apareció como una imagen de la Palabra Creadora, del Logos que se propagaba en el mundo y creó el mundo de los objetos físicos a nuestro alrededor.
Ahora, se nos relata en esta historia, que Gilgamesh y Enkidu mataron a ese toro. ¿Qué significa esto? Ellos se replegaron en sí mismos a costa de la disminución de la conciencia de la presencia de lo divino en la naturaleza. Se afirmó el egoísmo. Tuvieron que afirmarse la causa de la libertad interior del ser humano. Los humanos comenzaron a romper sus relaciones con los seres divinos, con el mundo de las estrellas. Finalmente los dioses “murieron” para la conciencia de la humanidad.

En este sentido podemos entender cuando oímos decir a Gilgamesh: “En cuanto a ti Ishtar, te  abajaré también. Te tratare como he tratado al Toro”. Esta es una descripción imaginativa del alejamiento de esa conciencia ancestral que finalmente llevó a la expresión que hemos escuchado en los tiempos modernos: “Dios ha muerto”. Él murió para la conciencia de la gente. Después de que Gilgamesh pronuncio esas palabras, que superficialmente, suenan como una blasfemia terrible, Ishtar no se quedó quieta. Se quejó a la divinidad suprema, y ​​Enkidu, el amigo de Gilgamesh, murió poco después de este incidente. Gilgamesh se sintió totalmente destrozado. Había obtenido el primer rastro de individualidad egoísta. Experimentó la muerte como algo inherente a la persona. Antiguamente la  humanidad era muy consciente de que cuando un ser humano moría  sólo se dejaba de lado el cuerpo físico, en tanto que el alma seguía más viva y residía en el mundo divino. Hablar a los seres humanos en esos tiempos de la vida después de la muerte o la reencarnación habría sido inútil. Ellos habrían respondido que ya lo sabían, que de todos modos era una realidad, una experiencia interna para ellos.

                             



El sistema solar es un sistema planetario de la Vía Láctea que se encuentra en uno de  los brazos de Orión. Según las últimas estimaciones, el Sistema se encuentra a unos 28 mil años luz del centro de la Vía Láctea.
Hace unos cinco mil millones de años, la zona conocida como El Sistema Solar era una extensa nube de gas y polvo. La composición de esta nube era casi la misma que en la actualidad compone toda la materia del universo, es decir, un 92%de Hidrogeno, 7% de Helio y un 1% de los demás elementos.
La hipótesis actual sobre la formación del sistema solar, es la hipótesis de nebular. Esta teoría sostiene que hace 4,6 mil millones de años el sistema solar se formó por un colapso gravitacional de una nube molecular gigante. Esta nube inicial tenía probablemente varios años luz de largo y fue la sede del nacimiento de varias estrellas.
El sol se formó hace unos 4500 millones de años a partir de nubes de gas y polvo que contenían residuos de generaciones anteriores de estrellas. Gracias a la metalicidad de dicho gas, de su disco circumstelar surgieron, más tarde, los planetas, asteroides y cometas del Sistema Solar.
Los panetas se formaron hace unos 4.500 millones de años, al mismo tiempo que el sol. En general los materiales ligeros que no se quedaron en el Sol se alejaron más que los pesados. En la nube de gas y polvo original, que giraba en espirales, había zonas más densas, proyectos de planetas. La gravedad y las colisiones llevaron más materia a estas zonas y el movimiento rotatorio las redondeó. Después, los materiales y las fuerzas de cada planeta se fueron reajustando, y todavía lo hacen.
Existen dos tipos de planetas: los planetas rocosos y los planetas gigantes gaseosos. Los planetas rocosos son los más interiores en el sistema solar: Mercurio, Venus, la tierra y Marte. Se les llama rocosos o terrestres porque tienen una superficie rocosa compacta, como la de la Tierra. Los planetas ligeros o gigantes se localizan en la parte externa del sistema Solar. Son planetas constituidos básicamente por hidrogeno y helio, reflejo de la composición de la nebulosa solar primigenia.
El origen de la Tierra se debió a la gravedad producida por la condensación de la materia-que previamente había sido capturada por la gravedad del propio sol-, hizo que las partículas de polvo y el resto del disco protoplanetario empezaran a segmentarse en anillos. Los fragmentos más grandes colisionaron con otros, conformando otros de mayor tamaño que al final formarían los protoplanetas. Dentro de este grupo había uno situado aproximadamente a 150 millones de Km del centro: la Tierra.
La luna es el único satélite natural de la Tierra y el quinto satélite más grande del sistema solar. El origen de la luna es incierto, aunque existen evidencias que apoyan la Hipótesis del gran impacto. La tierra pudo no haber sido el único planeta que se formase a 150 millones kilómetros de distancia al sol. Podría haber existido otro protoplaneta a la misma distancia del Sol, hasta que chocó con la tierra, provocando que una porción se separase formando la Luna.
El sistema solar actualmente está formado por una única estrella llamada Sol, que da nombre a este sistema, más ocho planetas que orbitan alrededor de la estrella: Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno; más un conjunto de otros cuerpos menores: Planetas enanos: Plutón, Eris, Makemake, Haumea y Ceres; asteroides, satélites naturales, cometas…así como el espacio interplanetario comprendido entre ellos. 

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